El 7 de Septiembre se conmemora el Día Internacional por el Aire Limpio, para impulsar los esfuerzos y el trabajo comunitario con tres objetivos principales: mejorar la calidad del aire, proteger nuestra salud, así como también reconocer el vínculo entre la reducción de la contaminación atmosférica y la mitigación de los efectos del Cambio Climático.
Bajo la consigna “por un cielo azul” y con el #ElAireQueCompartimos la jornada de este 2022 apunta a resaltar la necesidad de profundizar la cooperación internacional para reducir la contaminación atmosférica, y hace especial énfasis en el carácter global de sus consecuencias, tanto para nuestra salud respiratoria, como para los ámbitos productivos de todos los países.
Siguiendo esta línea, la Asamblea General de las Naciones Unidas señala la doble cara que tiene esta problemática al señalar sus efectos sobre nuestra salud, como también sobre el clima. Por un lado, la salud se ve afectada por las microartículas invisibles suspendidas en el aire, que son los principales responsables de un tercio de las muertes por accidente cerebro-vascular (ACV), enfermedades respiratorias crónicas y cáncer de pulmón, además de ¼ de las muertes por infarto. El llamado Ozono Troposférico, generado por la interacción de distintos químicos contaminantes con la luz del sol, causa también asma y enfermedades respiratorias crónicas.
Por otro lado, los efectos en el clima se pueden ver reflejados en el calentamiento global de corto plazo, que año a año se acelera. Los contaminantes del clima de corta vida pueden persistir suspendidos en la atmósfera desde días hasta varios decenios, por lo que trabajar para reducir su cantidad afectará positivamente tanto a la salud como en el proceso de mitigación del Cambio Climático (Fuente: Naciones Unidas – Día Internacional por el Aire Limpio por un Cielo Azul).
En este sentido, conocer qué es y cómo nos afecta la huella de carbono presente en la atmósfera se vuelve interesante. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) la huella de carbono es “la medida del impacto de todos los gases de efecto invernadero producidos por nuestras actividades (individuales, colectivas, eventuales y de los productos) en el medio ambiente”. Se mide en toneladas o kilos de dióxido de carbono equivalente de gases de efecto invernadero. (La huella del carbono en la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, 2010, pág. 16).
Desde Fundación Biosfera consideramos fundamental trabajar para cuantificar la huella de carbono de nuestra ciudad, generada como consecuencia de la producción y el uso de bienes y servicios diarios. Desde la ropa que usamos, los alimentos que ingerimos, la energía eléctrica que consumimos, los transportes particulares y públicos que utilizamos todos los días, y más. Toda nuestra actividad genera una huella de carbono en el ambiente.
Conocer, cuantificar y trabajar para disminuir la huella de carbono se traduce entonces en un beneficio para la comunidad, dado que reduce la concentración de los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono (CO2), vapor de agua (H2O), óxido nitroso (N2O), metano (CH4) y ozono (O3)) nocivos tanto para la biosfera, como para la salud. De igual manera, nos permite ser más eficientes en la producción de bienes y servicios, lo que supone un rédito económico y una mejora de nuestra calidad de vida.
Educarnos y trabajar en conjunto por el bien común es indispensable para reducir la huella de carbono y la contaminación atmosférica. El aire limpio para todos y la reducción de la concentración de los gases de efecto invernadero en el ambiente, forma parte de la Agenda 2030 para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ONU). Concientizarnos sobre la huella de carbono que producen nuestras actividades diarias es crucial para cuidar de nuestro hogar y su biodiversidad.
